En Mayo De 1945, Recién Conquistado Berlín, Unos Agentes De Los Servicios

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En mayo de 1945, recién conquistado Berlín, unos agentes de los serviciossecretos soviéticos —el temido NKVD— pululan entre las ruinas de laarrasada cancillería del Reich para cumplir una orden secreta de Stalin:averiguar qué ha sido realmente de Adolf Hitler. Ante todo, Stalin necesitabacerciorarse de que uno de los cuerpos carbonizados hallados en el jardín deaquel edificio correspondía, en efecto, al Führer. Pero el dictador soviéticotambién sentía curiosidad (quizás una secreta admiración) por los métodosque había empleado Hitler para hacerse con el poder y mantener un controltan feroz sobre la población alemana.Los agentes del NKVD pronto descubrieron entre los millares de prisionerosalemanes a dos importantes cautivos, Otto Günsche y Heinz Linge,ayudantes personales del Führer que gozaron de la confianza de éstedurante años y que cumplieron la orden final de quemar su cadáver tras elsuicidio del dictador alemán. Desde 1946 hasta 1949, Günsche y Lingedesgranaron, para el llamado Informe Hitler, los rasgos de la vida privada deHitler que más podían llamar la atención de Stalin: su relación con lasmujeres, la enfermiza dependencia de medicamentos, sus vulgares gustosmusicales y cinematográficos o sus burlones comentarios acerca deChamberlain o Franco. El Informe Hitler también relata, desde unaperspectiva inédita, los acontecimientos que pautaron la historia de Alemaniadesde 1933 hasta el apocalipsis final de 1945: desde la salvaje represión dela disidencia interna, hasta la creación de un estado policiaco o el estallido dela guerra.No obstante, casi la mitad de este documento excepcional, cuya publicaciónen Alemania suscitó un amplio debate, se consagra al épico relato de lasúltimas semanas en el búnker subterráneo de la cancillería y a lasobrecogedora descripción de aquella opresiva atmósfera.www.lectulandia.com - Página 2

Henrik Eberle & Matthias UhlEl informe HitlerInforme secreto del NKVD para Stalin, extraído de los interrogatorios aOtto Günsche, ayudante personal de Hitler, y Heinz Linge, su ayuda decámaraePub r1.3Banshee 12.06.14www.lectulandia.com - Página 3

Título original: Das Buch HitlerHenrik Eberle & Matthias Uhl, 2004Traducción: Víctor Farías Soto & Víctor Farías ZuritaDiseño de portada: rosmar71Editor digital: BansheeCorrección de erratas: el nota, eva22ePub base r1.1www.lectulandia.com - Página 4

AGRADECIMIENTOSAgradecemos el trabajo y el compromiso de todos los colaboradores de los archivosrusos y alemanes en los que hemos trabajado. En representación de todos ellos seanmencionados Natalia G. Tomilina, directora del Archivo Estatal de HistoriaContemporánea de Rusia (RGANI), Mijaíl Ja. Prosumenschtschikov, responsable dela sección de publicaciones del RGANI, y Berit Pistora, del Archivo Federal deCoblenza.Un agradecimiento especial corresponde al profesor doctor Vladimir N. Zhaustov,que corroboró y confirmó la autenticidad del «Informe Hitler» con la ayuda de losdocumentos conservados en el Archivo de la Presidencia de la Federación Rusa, a losque no teníamos acceso.También deseamos expresar nuestro agradecimiento a Helmut Ettinger por sulograda traducción al alemán del texto ruso; a nuestros agentes Thomas Karlauf porsus sabios consejos, así como a Elmar Klupsch, en nombre de los lectores de laeditorial Gustav Lübbe.Por último, aunque no menos importante, estamos en deuda con nuestros colegasdel Institut für Zeitgeschichte de Múnich-Berlín y de la Universidad Martin Luther deHalle-Wittenberg. Ellos nos han brindado su apoyo en más de un sentido.www.lectulandia.com - Página 5

PRÓLOGO[1]A pesar de todo lo que se sabe ahora de Adolf Hitler y Josif Stalin, en su historiaexiste todavía una laguna intrigante. Sabemos muy poco de lo que cada uno de ellospensaba del otro, ¿actuaban a impulsos de un odio y una desconfianza profundos?¿De una admiración secreta, un respeto no expresado por el gigante histórico cuyopoder público estaban, sin embargo, decididos a denigrar? ¿Qué hubiese sucedido siHitler hubiera capturado a Stalin cuando en octubre de 1941 las tropas alemanaspenetraron en los barrios periféricos de Moscú? ¿O si Stalin hubiese logrado apresar aHitler vivo dentro de su búnker en los últimos días de la contienda?Sorprende ver que hay pocas pistas que permitan dar respuesta a estosinterrogantes, aunque también son escasos los indicios de que entre ellos existiera unodio declarado. Stalin admiraba a los alemanes en general, no sólo por sucompetencia técnica y administrativa (de la que la Unión Soviética tomó mucho enpréstamo durante el segundo decenio del pasado siglo en forma de tecnología eingeniería avanzadas y consejos sobre planificación), sino también porque Alemaniadio «al mundo hombres tales como Marx y Engels».[2] Hay testimonio de la reacciónde Stalin cuando recibió la noticia de que Hitler había ordenado asesinar a ErnstRöhm y a otros líderes de las SA en la infausta Noche de los Cuchillos Largos enjunio de 1934: «Hitler, ¡qué gran hombre! Así es como hay que tratar a losadversarios políticos».[3] Se supone que afirmó con un dejo de pesar dictatorial que,codo con codo con el Reich de Hitler, «hubiéramos sido invencibles»[4] ybrevemente, entre septiembre de 1939 y junio de 1941, las dos dictaduras estuvieronunidas por un pacto de amistad que el resto del mundo veía con evidente alarma. Loscomentarios de Hitler sobre Stalin son menos abundantes y la hostilidad obsesiva queel comunismo despertaba en el dictador alemán es bien conocida. Hasta las últimassemanas de la guerra, cuando Martin Bormann, jefe de la cancillería, tomóservicialmente nota de sus reflexiones sobre los errores del pasado, no caviló Hitlersobre lo que los dos hombres pudieran haber hecho entre ellos si, «con espíritu derealismo implacable», se hubiesen propuesto construir un «entendimiento duradero».[5] El historiador debería tratar estos comentarios con prudencia, porque el abismoideológico que separaba el imperialismo racista del Reich hitleriano de lasaspiraciones revolucionarias de la Unión Soviética de Stalin era enorme. Sinembargo, es difícil imaginar que los dos dictadores no se observasen mutuamente conatención, midiendo sus diferentes defectos y virtudes, preguntándose qué sustentabala popularidad y la estima evidentes de las que cada uno de ellos gozabapúblicamente en su propio sistema, o reflexionando quizá sobre lo que podían teneren común.www.lectulandia.com - Página 6

El presente libro debería juzgarse sobre este trasfondo. El «Informe Hitler» es undocumento extraordinario que debe su origen a la idea de que tras la derrota de Hitleren 1945, Stalin debió de querer información real y detallada sobre el otro dictador.Los orígenes inmediatos se encuentran en la policía secreta soviética. En 1945 y 1946la policía secreta recibió órdenes directas de Stalin de averiguar tan exacta yverazmente como fuera posible las circunstancias de la muerte de Hitler en el búnkerel 30 de abril de 1945 y confirmar que realmente hubiera muerto. El informe llevabael nombre cifrado de operación Mito y se basaba en el interrogatorio exhaustivo y amenudo brutal de los pocos testigos presenciales que los soviéticos habían capturado,entre ellos el asistente y ayuda de cámara personal de Hitler, Heinz Linge, y uno desus ayudantes militares, Otto Günsche. La muerte de Hitler fue confirmada por uninforme que se presentó finalmente en 1946 (de hecho, las autoridades soviéticastenían en su poder las mandíbulas y algunas piezas dentales tanto de Hitler como desu amante, Eva Braun, con la que se casó poco antes de que los dos se suicidasen),pero varios años más tarde los servicios secretos del Ministerio de la Seguridad delEstado soviético decidieron utilizar este material como punto de partida de un estudiodel Tercer Reich que pudiera presentarse al propio Stalin. En abril de 1948 se preparóuna crónica breve de la batalla de las Ardenas que se entregó al dictador soviético y alos miembros del Politburó (el «gabinete» político interno del Partido Comunista dela Unión Soviética). Stalin guardó la crónica en su archivo personal y el comitédecidió seguir adelante y autorizar un estudio completo de Hitler y el Tercer Reichbasado en nuevos testimonios arrancados a los infelices Linge y Günsche. Eldocumento final constaba de 413 páginas mecanografiadas, llevaba el inocuo títulode «Informe» o «Dossier» (la palabra rusa dyelo) y se remitió a Stalin el 29 dediciembre de 1949, poco después de las grandes celebraciones de su septuagésimocumpleaños. También fue archivado y finalmente, tras la muerte de Stalin, sedepositó una copia en un archivo del departamento general, donde hace sólo dos añoslo descubrió Matthias Uhl, coeditor de la edición ahora publicada.El libro propiamente dicho lo escribieron dos funcionarios del servicio deseguridad, Fiódor Parparov e Igor Saleyev. No fue la primera crónica sobre Hitlerbasada en información de primera mano, pero sin duda fue la más completa. En 1945los interrogadores británicos pidieron a Albert Speer, el arquitecto favorito de Hitler ymás adelante ministro de Armamento, que escribiera algunos informes extensos sobrela personalidad de Hitler, la gente que le rodeaba y la política exterior y militar deAlemania. Speer accedió a ello, pero las crónicas prolijas que escribió también seguardaron en el archivo y no han salido a la luz hasta hace pocos años.[6] En 1945 elpsiquiatra norteamericano Walter C. Langer recibió del general Donovan, jefe de laOficina de Servicios Estratégicos de Washington, la misión de elaborar un estudio dela personalidad de Hitler que ayudase a los líderes norteamericanos a prever lo quewww.lectulandia.com - Página 7

quizá haría Hitler. El estudio de Langer, que se basaba en gran parte en el diagnósticopsicológico tradicional, acabó publicándose en 1972 con el título de The Mind ofAdolf Hitler, aunque la documentación completa no ha sido desclasificada hasta hacepoco por los Archivos Nacionales de Estados Unidos.[7] Langer y los tres colegas quetrabajaron con él pudieron basar el estudio en entrevistas con alemanes que habíanconocido íntimamente a Hitler pero luego habían huido de Alemania. Ninguna partede este material secreto se puso a disposición de los investigadores soviéticos. Lafuente más rica de información sobre Hitler, que es muy posible que dichosinvestigadores consultasen en algún momento, fue la biografía que escribió elperiodista exiliado Konrad Heiden con el título de Der Führer, publicada en 1944,pero esta crónica, a pesar de sus numerosos méritos, llegaba sólo hasta 1934.[8] Loesencial del informe sobre Hitler que se redactó para Stalin se encuentra en los añosposteriores a 1935.Tan sólo podemos hacer conjeturas respecto a lo que pensó Stalin al leer eldocumento preparado por su Ministerio de Seguridad. Matthias Uhl no encontróanotaciones al margen ni nada parecido en la versión que descubrió, lo cual resultabaextraño en Stalin. El dictador llenaba sus propios libros y documentos decomentarios, signos de admiración y subrayados.[9] Viacheslav Molotov, expresidente del Consejo del Comisariado del Pueblo con Stalin, recordó más tarde quesi éste decidía leer algo, lo leía con plena y escrupulosa atención.[10] Es posible queen este caso no se atreviera a escribir nada porque sus colegas podían leer luego suscomentarios sobre su principal adversario. O tal vez se limitara a leerlo por encimaporque sabía que aquel informe no saldría a la luz mientras él viviera.El expediente es importante no tanto por la posibilidad de que Stalin lo leyese,sino por lo que podía decirle sobre la personalidad y el comportamiento político deHitler. Había algunas similitudes entre los dos personajes y Stalin debía de haberreconocido por lo menos algunas de ellas mucho antes de leer aquellas páginas.Ambos eran políticos populistas cuya suerte se vio transformada por una profundacrisis social y política que les ayudó a gravitar desde los márgenes hasta el centro dela política. Ambos eran intrusos en otro sentido: Stalin era natural de Georgia, quehabía sido anexionada al vasto imperio ruso en 1806, y Hitler había nacido enAustria, que estuvo unida a su vecina germánica mayor sólo brevemente, entre 1938y 1945. Ambos hombres tenían una perspectiva revolucionaria, ambos estabanimpacientes por cambiar el viejo orden, veían con ojos críticos la Europa burguesaconvencional y ambicionaban rehacer la historia del mundo. Aunque fueronimpulsados en gran medida por la buena suerte personal y por circunstanciashistóricas propicias, Stalin y Hitler alcanzaron la dictadura porque los dos tenían undesmesurado apetito de poder y porque su crueldad, su astucia política y la creenciaciega en su misión les permitieron transformar su ambición en realidad. Las técnicaswww.lectulandia.com - Página 8

que los dos emplearon para sostener la dictadura, del uso sin escrúpulos del aparatode seguridad al culto exagerado de la personalidad, poseían la misma impronta. Apesar de la terrible destrucción que desencadenaron, ambos gozaban de la adulacióngeneral e ilimitada de las masas. Es cierto que los soldados musitaban el nombre deStalin al entrar en combate, y también lo es que ningún otro hombre en la historia deAlemania hubiese conseguido jamás que sus compatriotas alzaran un brazo ypronunciasen su nombre a modo de saludo. De hecho, tan notables son estos logrosaparentemente triviales que es forzoso extraer la conclusión de que, cada uno a sumanera, Stalin y Hitler ejercían formas de autoridad personal directa como nunca sehabían visto en la edad moderna.El informe presentó a Stalin un panorama que concordaba con la caricaturapopular de Hitler que se tenía en toda Europa en los años treinta. Permite hacersecierta idea del carácter extraordinario del dictador alemán, pero su intención principales tratar de mostrar a Hitler como un individuo anormal. Las alegaciones sobre suextraña sexualidad, o sus frecuentes e imprevisibles ataques de ira, o la afirmación deque mordisqueaba la alfombra en sus arrebatos de angustia histérica daban pie a todasuerte de habladurías y rumores, pero en el informe se reproducen para subrayar suinestabilidad mental. Sus autores también quisieron condenar a los líderes fascistaspor sus costumbres licenciosas. Así, muestran a Hitler riendo con disimulo antefotografías de bailarinas parisinas desnudas (posibilidad que no cuadra con nada de loque sabemos sobre su mojigatería y su dominio de sí mismo); también afirman queBenito Mussolini, el dictador italiano, pasaba el tiempo en Salò, la capital de larepública fascista residual instaurada con apoyo alemán en 1943, entregado a orgíascon un grupo de bellas jóvenes italianas.Los esfuerzos por mostrar una imagen morbosa de excesos dictatoriales fueronrespaldados por la consabida suposición marxista de que Hitler debía de ser elinstrumento del capitalismo alemán. Éste era el modelo predominante en los añostreinta y cuarenta, el de una clase de grandes empresarios alemanes que entró encrisis debido a la depresión de 1929 y que se vio obligada a contratar a Hitler y a susalborotadores callejeros para controlar a la clase obrera y más adelante conquistarmercados en la Europa oriental. En el libro se describen algunas de las espléndidasrecepciones que Hitler ofreció a la élite empresarial alemana, repletas de lujo yalcohol. En una ocasión, fechada escuetamente «otoño de 1935» y que parece queLinge recordaba al cabo de más de una década, Hitler invitó a banqueros eindustriales ricos para demostrar públicamente los vínculos estrechos que existíanentre el régimen y el capitalismo. La crónica contiene un comentario portentoso deHitler que Linge oyó por casualidad y que es claramente fruto de muchas dotes depersuasión por parte de sus persistentes interrogadores. Hitler asegura a Gustav vonKrupp, el magnate de los armamentos, el hierro y el acero, que no debe preocuparsewww.lectulandia.com - Página 9

por el futuro económico pues ante ellos se extendían las riquezas del «este». La ideade que, bajo el régimen hitleriano, Alemania planeaba guerras de imperialismocapitalista era fundamental en la cosmovisión soviética, cuyas raíces se hallaban enlas interpretaciones de Lenin de la forma en que el mundo capitalista estabacondenado a evolucionar.La tesis de que era posible interpretar a Hitler como instrumento del capitalismoalemán no se presenta de forma estridente, como es el caso de tanta propaganda, sinoque se insinúa con habilidad a lo largo de las páginas de este documento. Lo mismoocurre con respecto a muchas otras suposiciones y perspectivas cuyo origen essoviético y no alemán. El texto que sigue es en este sentido un documento tan políticocomo histórico. Nos habla de los numerosos factores que influyeron en la visión delmundo y en la interpretación del pasado más reciente llevada a cabo por lossoviéticos. Esto era inevitable, dado que el documento se escribió para Stalin y porfuerza tenía que respetar tanto la línea del partido como el legado histórico deldictador soviético. Ninguno de los autores soviéticos incluye deliberadamentefalsedades en su crónica —aunque la costumbre de citar las palabras recordadascomo si fueran diálogos da la impresión, por completo errónea, de que se trataexactamente de lo que dijo Hitler, en vez de ser un recuerdo vago al que los autoressoviéticos dieron de manera premeditada una forma más sólida con el fin detransmitir la fiabilidad del testimonio—, pero el silencio intencionado sobre algunosasuntos, o los comentarios breves y desdeñosos sobre otros, revelan las prioridadesdel régimen y no las del historiador.La más evidente de estas perspectivas soviéticas se encuentra en el tratamientodado al curso de la segunda guerra mundial. La crónica que se presenta aquí esestimulante porque es distinta de las historias occidentales que dan al frente soviéticoun papel secundario y se centran en el triunfo de Occidente en la lucha contra laspotencias del Eje. Un lector que se acercara a este relato desde el punto de vistasoviético, y basándose únicamente en los interrogatorios de Linge y Günsche, podríaacabar pensando que la Unión Soviética ganó la segunda guerra mundial ella sola, opoco más o menos. Aquí casi no se habla de la batalla de Inglaterra, pero Lingeafirma que a finales de junio de 1940 Hitler pensaba que el problema de la Europaoccidental estaba resuelto: «Lo único que nos queda por hacer ahora es ocuparnos dela Unión Soviética». La idea de que a ojos de Hitler la guerra real fue siempre la deleste se siembra en el comienzo del informe y se cosecha en sus páginas posteriores.Una y otra vez los autores hacen hincapié no sólo en que la guerra contra la UniónSoviética era fundamental en la estrategia de Hitler, sino también en que el conflictogermano-soviético fue de gran importancia para decidir el resultado del conflictogeneral. Esta aseveración no es totalmente tendenciosa, por supuesto. El Führer teníabien presente la guerra en el frente oriental cuando planificó la remodelación alemanawww.lectulandia.com - Página 10

de Europa; la destrucción del bolchevismo era el elemento dominante en su visión delmundo; y el conflicto excepcional en el este, que costó más de veintinueve millonesde bajas militares soviéticas (entre muertos, heridos o prisioneros) sin duda redujo elpoderío militar alemán e hizo posible la derrota de Alemania a manos de los aliadosen 1945. En noviembre de 1943, Stalin aseguró a su comandante en jefe adjunto, elmariscal Zhukov, que la Unión Soviética podía derrotar a Alemania ella sola, sin laayuda de los estados occidentales.[11] Seis años después, esta aseveración se habíatransformado en la opinión ortodoxa de los soviéticos.La intención secreta de la crónica soviética de la guerra también explica eltratamiento de otros episodios clave. La fuga de Rudolf Hess a Escocia el 11 de mayode 1941 se presenta aquí como el resultado de una colusión entre Hitler y Hess con elpropósito de tratar de firmar la paz por separado con Gran Bretaña antes de invadir laUnión Soviética. En su momento la huida había despertado graves sospechas en elKremlin, que pensó en la posibilidad de que Gran Bretaña y Alemania firmaran unacuerdo antisoviético. Pocos historiadores aceptan ahora esta versión.[12] Era muypoco verosímil que los alemanes recurriesen a una jugada absurda y arriesgada parallegar a un acuerdo con los británicos cuando faltaban sólo unas semanas para invadirla Unión Soviética, toda vez que el episodio forzosamente aumentaría las suspicaciasde los soviéticos en lugar de disminuirlas. No obstante, la sugerencia de que tal vezHitler quería hacer precisamente esto —implícita en la manera en que el informepresenta la crisis— mantuvo vivas las conjeturas soviéticas durante la contienda. Lapolítica británica de apaciguamiento del fascismo, basada supuestamente en losintereses imperiales de Gran Bretaña, ocupa un lugar destacado en el análisis de lacrisis de Múnich que hace el informe. Las suposiciones soviéticas de que GranBretaña quizás aspirase a llegar a un acuerdo con Hitler cuando le conviniese nacíande la arraigada opinión soviética de que, a fin de cuentas, todos los estadoscapitalistas tenían más en común unos con otros que con el comunismo soviético.Huelga decir que este documento guarda un silencio total en lo que se refiere al pactogermano-soviético que se firmó en Moscú en agosto de 1939, pocos días antes de queestallara la segunda guerra mundial.El otro factor que pesó mucho en Moscú durante el conflicto fue que los estadosoccidentales no abrieran el «segundo frente» en Europa en 1942 ó 1943. A lo largo deestos años, críticos en el frente oriental, Stalin albergó la esperanza de que los estadosoccidentales acabarían emprendiendo alguna acción importante que distrajera a lasfuerzas alemanas. Se mostró en gran parte insensible a las objeciones de los líderesoccidentales en el sentido de que los riesgos eran demasiado grandes y en los círculosdirigentes soviéticos predominaba la opinión de que los ejércitos occidentales temíana los alemanes (y al elevado número de bajas que podían sufrir en una invasión).Existía también la impresión persistente de que a las potencias occidentales leswww.lectulandia.com - Página 11

convenía que la Unión Soviética y Alemania agotasen su capacidad de combatir antesde intervenir ellas. El análisis de la lucha en el teatro occidental es en generalsuperficial (aunque el texto recalca una supuesta afirmación de Hitler según la cual siOccidente hubiera atacado a comienzos de 1943, el resultado hubiese sido «unacatástrofe para Alemania, justificando así la insistencia apremiante de Stalin enadelantar el Día D). La invasión de Normandía en junio de 1944 apenas se mencionay la capacidad combativa de las fuerzas occidentales se ve menospreciada de vez encuando por comentarios irónicos sobre la lentitud de su avance contra el enemigoalemán. La derrota final de los ejércitos alemanes en Francia se presenta como unaretirada deliberada y en orden hasta la frontera de Alemania con el fin de liberarfuerzas para la guerra de verdad en el este contra el Ejército Rojo. El relato de labatalla de las Ardenas, cuando Hitler concentró reservas para descargar un golpe finalcontra los ejércitos occidentales atravesando el bosque de las Ardenas en diciembrede 1944, se presenta como una campaña que podría haber resultado victoriosa de nohaber sido por la necesidad de trasladar de nuevo fuerzas al este para detener laoleada soviética. De gran parte del resto de la contienda sencillamente se hace casoomiso: la guerra en el mar, en el teatro del Mediterráneo e Italia y en el extremooriente contra Japón. También se pasan por alto las campañas de la Unión Soviéticacontra el este de Polonia en septiembre de 1939 y contra Finlandia en el invierno de1939-1940. El “Informe Hitler” lo redujo todo a un duelo gigantesco entre el EjércitoRojo y los alemanes».La omisión más desconcertante para el lector actual es la ausencia casi total de unanálisis del Holocausto. Aunque las fuerzas soviéticas liberaron tanto Majdanekcomo Auschwitz, en cuyos almacenes se amontonaban los zapatos y el cabellohumano de las víctimas, el informe sólo destaca las atrocidades ocasionalesperpetradas contra civiles soviéticos. Hay una sola mención de los camiones queservían de cámaras de gas ambulantes, pero no se hace alusión alguna al sistema decampos y cámaras de gas permanentes que se instalaron en el este de Polonia paraasesinar a los judíos de Europa. Camiones capaces de funcionar como pequeñascámaras de gas (en las que se mataba a los ocupantes envenenándoles con monóxidode carbono) se utilizaron en el este para asesinar a enfermos mentales soviéticos asícomo a algunos judíos. La exclusión de todo comentario relativo al genocidiosistemático concordaba con la política soviética en la posguerra. Las víctimas de lainvasión alemana eran consideradas ciudadanos soviéticos de diferentes orígenesétnicos y no grupos nacionales determinados. El régimen no quería dar a los judíos unlugar especial en el catálogo de víctimas debido a su creciente antisionismo y a ladificultad de asimilar la identidad judía en la categoría más amplia de la ciudadaníasoviética. Cuando se estaba elaborando el «Informe Hitler», el antisemitismosoviético se hallaba en su apogeo y centenares de destacados escritores, doctores ywww.lectulandia.com - Página 12

catedráticos judíos fueron obligados a dejar de ejercer sus profesiones o detenidos oejecutados tras ser acusados en falso.[13] Los escritos soviéticos negaron elHolocausto como programa deliberado de exterminio de los judíos de Europa hastalos años ochenta del pasado siglo y ni siquiera después de la caída del comunismo hasido aceptado de manera inequívoca.En el centro del texto destaca la historia con la cual empezó el interrogatorio deLinge y Günsche en 1945: los últimos meses en el búnker y el suicidio de Hitler. Másdel 35 por ciento de sus páginas se dedican a los cinco últimos meses de un régimenque duró doce años. Eran los acontecimientos que los dos prisioneros recordaban másvivamente en 1945; ambos hombres estuvieron más cerca de su líder, y de lo quesucedía a su alrededor, que en cualquier otro momento de los diez años en quetrabajaron para él. Los historiadores alemanes Joachim Fest y Anton Joachimsthalerhan publicado recientemente crónicas exhaustivas de los últimos días, basadas engran parte en las declaraciones de testigos presenciales. La publicación de lasmemorias de la secretaria de Hitler, Traudl Junge, escritas poco después del final dela guerra, ha proporcionado más material.[14] El expediente confirma gran parte de loque se sabe ahora y añade muchos detalles interesantes, entre ellos el recuerdo de queen el búnker, en las últimas horas, se seguía saludando al estilo hitleriano siempre queaparecía el Führer y que incluso saludaron así los que estaban presentes cuando sucuerpo inerte fue sacado al exterior, rociado con gasolina e incinerado. Hay unirónico intercambio de palabras entre Linge y Hitler en abril de 1945 después de quese oyera una serie de explosiones sobre el búnker. «¿Qué calibre es ése?», preguntaHitler, preocupado. Linge responde que es el «órgano de Stalin», un cohete que en elbando soviético llamaban Katyusha. «¿A qué se refiere usted con eso del órgano deStalin?», pregunta Hitler, desconcertado, tal vez pensando en el cambio que habíaexperimentado la suerte de los dos hombres, uno acurrucado en un búnker y el otrotomándose una venganza terrible en su enemigo caído.El bando soviético siempre vio la decisión final de Hitler de quitarse la vida comoprueba de su cobardía fundamental, «un suicidio indigno», lo llama el informe.Durante mucho tiempo los soviéticos insistieron en que Hitler se había envenenadojunto con Eva Braun, con la que se había casado el día anterior. Pero el informeutiliza el testimonio de Linge y presenta la historia (que los servicios secretosbritánicos ya habían descubierto en 1945) de que Hitler se había pegado un tiro en lacabeza y que sólo Eva Braun había recurrido al cianuro. Hasta la década de losochenta, los autores soviéticos insistieron en que Hitler eligió la salida fácil que leofrecía el veneno. El expediente se arriesgó al denunciar el error, ya que, al parecer,Stalin compartía la opinión de que Hitler era un cobarde. Lo que hubiera hecho Stalinde haberse invertido los papeles no acaba de estar claro, pero el suicidio erainfrecuente entre la élite soviética, mientras que estuvo muy extendido entre loswww.lectulandia.com - Página 13

principales círculos militares y del partido nazi en Alemania desde el momento enque se vio que la derrota era segura. Stalin se sintió estafado por la muerte de Hitler(«Lo ha hecho, el muy cabrón», se comenta que fue su reacción cuando le dieron lanoticia. «Lástima que no hayamos podido atraparle vivo».)[15] Pero concordaba conel ambiente sofocante de condenación inevitable sazonada con momentos de euforiadesenfrenada y desorientación que caracterizaba la vida en el búnker y que se reflejade forma dramática en el testimonio de Linge y Günsche.La dictadura soviética superó la guerra y sobrevivió cuarenta y cinco años más. El«Informe Hitler» contribuye a explicar por qué fue así a pesar de las numerosasventajas de que gozaban las fuerzas y la economía alemanas en comparación con suenemigo, menos desarrollado y más atrasado desde el punto de vista militar. Lahostilidad desdeñosa que sentía Hitler por sus generales se hace evidente una y otravez; y lo mismo ocurre con su orgullo desmedido. Günsche recordaba que cuandosobrevivió al atentado de que fue objeto en su cuartel general el 20 de julio de 1944Hitler afirmó: «¡Qué suerte! Estoy vivo Ha sido la mano de la providencia». Lingerecordaba otras palabras del Führer: «Sólo yo estoy en condiciones de salvar alpueblo alemán». La obsesiva fe de Hitler en sí mismo arrollaba todo lo queencontraba en su camino, incluida la perspectiva de una estrategia más sensata. Hitlerno sólo causó la derrota de Alemania, sino que también fue el re

Los comentarios de Hitler sobre Stalin son menos abundantes y la hostilidad obsesiva que el comunismo despertaba en el dictador alemán es bien conocida. Hasta las últimas semanas de la guerra, cuando Martin Bormann, jefe de la cancillería, tomó servicialmente nota de sus reflexiones sobre los errores del pasado, no caviló Hitler