Alejo Carpentier En París - Instituto Cervantes

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Alejo Carpentier en París (1928-1939)Carmen VÁSQUEZ(Universidad de Picardie Jules Verne/CEHA)Rien n 'est beau qui n 'est merveilleux, decia AndréBreton en el trascendental Manifiesto del surrealismo. Peropocas cosas [son] tan bellas como alcanzar lo maravillosocon factores muy humanos.A. C. (1928)Viernes 16 de marzo de 1928. El vapor Espagne, anclado en un muellede La Habana, se dispone a regresar al puerto de Saint-Nazaire. Mediahora antes de su partida, los pasajeros suben a bordo, mostrando susrespectivas credenciales. U n o de e l l o s , hablando en perfecto francés, enseñaa los oficiales de la aduana su tarjeta de periodista del diario La Razón deB u e n o s Aires. Nadie sospecha, porque la tarjeta no tiene fotografía, quealgo extraño está sucediendo. El periodista acreditado de La Razón, RobertD e s n o s , ya en cubierta, desciende rápidamente a su camarote. Mientrastanto, otro Robert D e s n o s , llega ante los oficiales de la aduana. Ha perdidosus papeles, dice. D e s d e el barco algunos c o n o c i d o s lo identifican. Lograpor fin subir cuando levantan el puente. El vapor Espagne zarpa, y dejaatrás las aguas territoriales cubanas. S ó l o entonces, el misterioso primerRobert D e s n o s , acompañado por el otro, se presenta ante el sobrecargo deltransatlántico. Acepta ser un pasajero clandestino, sin pasaporte, sin papeles.Ha huido de Cuba. Su nombre: A l e j o Carpentier.Robert D e s n o s y A l e j o Carpentier se habían c o n o c i d o p o c o s días atrás,precisamente el martes 6 de marzo, fecha en que los miembros del SéptimoCongreso de la Prensa Latina llegaron a La Habana. Carpentier, entoncesjefe de redacción de la revista Carteles, había ido al muelle a recibir alpoeta surrealista. U n o s a m i g o s en c o m ú n A n t o n i o de Vedia y Mitre,corresponsal del prestigioso periódico La Nación de B u e n o s Aires, y LeónPacheco, jefe de redacción de la revista Parisina eran los responsables delencuentro y de la acogida calurosa.Fue así c o m o D e s n o s descubrió La Habana a través de su nuevo a m i g oCarpentier. Las actividades previstas por los organizadores del congresoESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

interesaban al curioso visitante. Sin e m b a r g o , sí le interesaba lo queCarpentier podía mostrarle, algo que sería para él «un n u e v o universop o é t i c o » , el descubrimiento de una música autóctono hasta entoncesdesconocida en Europa, de una cultura igualmente ignorada y de una jovengeneración de intelectuales que formaban el llamado «grupo minorista».Fue así también c ó m o D e s n o s se enteró de la situación en que se hallabasu n u e v o y joven a m i g o . Este había salido, pocos m e s e s , donde lo habíanencarcelado por firmar un d o c u m e n t o , Nuestra protesta, en contra de laprolongación de poderes presidenciales del entonces presidente de Cuba,el general Gerardo Machado y Morales. Desprovisto de papeles de identidady obligado a presentarse ante las autoridades una vez por semana, Carpentiersabía que su situación era no solamente incierta, sino también precaria. YD e s n o s , al conocerla, le ofreció la posibilidad de remediarla. El concibióla huida. El le entregó a Carpentier los papeles que por suerte no teníafotografías. El ofreció su camarote, hasta que la presencia del pasajero senormalizara.1Una v e z en alta mar, Carpentier se integró al curioso grupo de escritores,participantes en el Séptimo Congreso de la Prensa Latina. Conversó conellos sobre la música cubana, impulsando así el conocimiento de ésta enFrancia. Se escucharon d i s c o s , de los m u c h o s que D e s n o s traía en suequipaje. Y hasta se otorgó la orden de «San Cristóbal de la Rumba»,c o n d e c o r a c i ó n i m a g i n a r i a q u e fuera b r o m a p e s a d a para a l g u n o s .F r e c u e n t e m e n t e D e s n o s y C a r p e n t i e r s e e n f r a s c a b a n en l a r g a sconversaciones, el primero hablando del surrealismo y de París en general;el otro de Cuba y del impresionante viaje que había h e c h o , dos años atrás,a México.Al cabo de quince días, el vapor Espagne ancló en el puerto de SaintNazaire. El desembarco de Carpentier no causó grandes dificultades, pues,por aerograma, él y D e s n o s habían previsto que el escritor cubano MarianoBrull se ocuparía de arreglar la situación del recién llegado a Francia. L o sviajeros tomaron el tren hacia París, y, pocas horas después, llegaron a laestación de Montparnasse. D e allí D e s n o s partió a su atelier en el número4 5 de la la calle B l o m e t y Carpentier al hotel du Maine, que ocupaba eln ú m e r o 6 4 de la a v e n i d a d e l m i s m o n o m b r e , t a m b i é n c e r c a d eMontparnasse, y donde tantos cubanos solían hospedarse.La amistad entre Carpentier y D e s n o s no c e s ó con la llegada a París,sino que se estrechó aún m á s . D e s n o s , simpático y de buen corazón,convirtió a su a m i g o cubano en compañero inseparable, presentándolo asus a m i g o s franceses y a los de lengua hispana que encontrabacotidianamente en los cafés de Montparnasse. A s í fue c ó m o Carpentier seintrodujo en e s o s dos grupos de artistas e intelectuales que tan importantesserían para su devenir cultural y literario.El Montparnasse de 1928 era un barrio dominado por tres cafés: LaRotonde, Le D o m e , La Coupole. Allí escritores, pintores, músicos y artistasde todos los géneros se reunían de noche. Por esta razón, D e s n o s vivía enESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

el antiguo atelier de André M a s s o n , a una caminata breve de los célebrescafés.Allí D e s n o s presentó Carpentier a sus a m i g o s , los surrealistas, el doctorThéodore Fraenfenl, m é d i c o del grupo, Louis Aragón, Paul Éluard, TristanTzara, Georges Sadoul, Benjamín Péret, Georges Ribemont D e s s a i g n e s ,Jacques Prévert, Raymond Queneau, Roger Vitrac, Michel Leiris, GeorgesBataille, George N e v e u x , P i c a s s o , Ivés Tanguy, Joan M i r ó , M a s s o n yC h i n e o ; y el cineasta Man Ray, con quien acababa de terminar una película:L'étoile de mer. A l l í Carpentier se e n t u s i a s m ó c o n la idea d e ir a laexposición sunealista en la galena «Le sacre du printemps», c u y o catálogoincluía un texto de Max Ernst: «Le s u n é a l i s m e existe-t-il?» Allí Carpentierentró en contacto con e s e «arte mágico» que fue el surrealismo, en el quevio «el culto de la velocidad, la ponderación ineverente de los valorespretéritos, el amor al cinematógrafo, a los ritmos primitivos», llegando a«liberar la imaginación de sus trabas, a hurgar en la subconsciencia, hacermanifestarse el y o mas auténtico del m o d o más directo posible». Por algodebía concluir: «¿Y dónde buscar lo maravilloso, sino en nosotros m i s m o s ,en el fondo de esa imaginación, capaz de crear en el más c o m p l e t o sentido,de la palabra? »2Carpentier fue tanto espectador c o m o actor de actividades, las actividadesdel grupo sunealista, al m e n o s en 1928. En junio de 1928, participó conD e s n o s e n una audición de música cubana, utilizando discos del SextetoHabanero, traídos por este último de La Habana. La audición acompañó ala primera proyección d e L'étoile de mer en el cine Studio des Ursulines,en el barcio latino. Por v e z primera, el público parisino o í a l o s s o n e scubanos, sones ya c o n o c i d o s gracias a un artículo de D e s n o s , publicado el11 de abril en el cotidiano Le Soir y que había h e c h o furor.Pero Carpentier frecuentaba al m i s m o tiempo otro grupo, diferente delsurcealista, aunque s e reuniese también e n los cafés d e Montparnasse. L ollamaremos el grupo de l o s cronistas hispanoamericanos, cronistas quefueran de gran importancia, allá por los años veinte, cuando aún n o existíael correo aéreo, cuando la comunicación entre el viejo y el n u e v o m o n d o ,se hacia por barco y tardaba unos quince días. Estos cronistas manteníanla comunicación con un público hispanoamericano que se interesaba porParís y por las actividades culturales de e s a ciudad, Enviaban a s u srespectivos periódicos y revistas notas sobre los últimos estrenos, la vidaliteraria, la vida artística y social en general. A s í lo fueron Enrique G ó m e zCarrillo, Antonio de Vedia y Mitre, A l f o n s o R e y e s , L e ó n P a c h e c o , ToñoSalazar, Eduardo Aviles Ramírez, Mariano Brull, Miguel Á n g e l Asturias ymuchos otros m á s , incluyendo al propio Carpentier.En efecto, a partir de abril de 1928, Carpentier c o m e n z ó a en viar crónicasa dos revistas de La Habana; Social, tan importante para el grupo minorista,y Carteles. En nada debe extrañarnos el hecho de que su primera crónicahaya sido sobre Man Ray. Su colaboración, sin embargo, n o se limitó arevistas cubanas. A partir de e s e m i s m o m e s de abril c o m e n z ó a trabajarESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

para La gaceta musical, revista en español publicada en París y distribuidatanto en América Latina c o m o en Europa.Para La gaceta musical Carpentier redactó numerosas reseñas: sobreDebussy, sobre Stravinsky, sobre Villa L o b o s . Esta última es de un interéssingular. Valiéndose del gran compositor brasileño y de su obra, que analizac o m o entendido m u s i c ó l o g o , Carpentier lanza una critica al llamadoe x o t i s m o latinoamericano, presentando una visión particular de la AméricaLatina. A l l í no solamente se lee la influencia que tuvo en él la obra deFernando Ortiz, no solamente se ven sus propias investigaciones sobre elfolklore en general, se lo ve llegar a lo esencial:Recientemente, un conocido editor parisiense me hablaba de lasposibilidades de lanzar una colección de libros de autores latinoamericanos,traducidos al francés, Rogándome que hiciera una lista aproximada deobras que pudieran incluirse en esa serie. Se deseaban obras «llenas decarácter» y que presentasen aspectos diversos del «espíritu y la vida deLatinoamérica». Al hacer la lista en cuestión, tuve la penosa sorpresa dever cuan pocos escritores de nuestro joven continente se han aplicado atratar, con verdadera amplitud, con miras a situarse en la literatura universal,los temas vernáculos. Europa no trata de sojuzgamos. En ella encontramosla disciplina que nos falta; en ella vemos desarrollarse las ecuaciones quepermiten resolver los problemas del métier; en ella solemos hallamos.Pero es el Viejo continente el primero en querer escuchar las voces vírgenesque tenemos la misión de aportar. Por fuera de herencia, por leyes deevolución, los europeos tienen derechos adquiridos sobre terrenos que nosresulta casi imposible trillar de igual a igual. Tenemos deberes que cumplirhacia una tradición nuestra, que no ha pesado nunca sobre los de acá.En e s e m i s m o m e s de julio de 1928 Carpentier c o n o c i ó , cerca de laPlace B l a n c h e , y por m e d i o de D e s n o s , a la c a b e z a del m o v i m i e n t osurrealista: André Bretón. Pero ya se percibía la próxima ruptura entre losmiembros del grupo. U n año después en agosto de 1929, Carpentier publicóen París el primero de sus artículos sobre el compositor Edgar Várese.Várese, amigo de Desnos y de Georges Ribemont-Dessaignes, había llegadode Estados Unidos el año anterior con miras a reinstalarse en Francia.C o m o tantos, vivía cerca de Montparnasse, en el bulevar Pasteur, en elmismo edificio de César Vallejo. La admiración por el músico que afirmaba:«Rehuso someterme a las reglas», s ó l o había c o m e n z a d o . Varios intentosde colaboración surgieron c o m o consecuencia de dicha amistad. Y es quepara esa época Carpentier no cesaba de escribir. En la misma revista enque publicara el artículo sobre Várese, en Le cahier, aparecería, en el m e sde septiembre, otro, más a m b i c i o s o , con el titulo de « D i e g o Rivera et larenaissance de la fresque au M e x i q u e » , con reminiscencias de su viaje aM é x i c o de 1926.Durante ese m i s m o mes de septiembre de 1929 apareció un largo articulo,«Lettres des Antilles», en la revista Bifur, dirigida por Georges RibemontD e s s a i g n e s . En el número precedente D e s n o s había publicado otro articuloESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

controvertido: « L e s mercenaires de Fopinion». Pero publicar en Bifur yaera de por sí controvertido, y equivalía a romper las reglas, al m e n o saquellas que regían al grupo surrealista. La révolution surréalistehabíadejado de ser el único vehículo de expresión de los escritores de vanguardia.Bifur, Documents, dirigida por Georges Bataille, se unían a Le grand jeu,fundada por Gilbert L e c o m t e y R e n e Daumal el año anterior.Fue pues en Bifur y n o en la revista de Bretón que Carpentier publicóe s e artículo, producto de sus investigaciones sobre el folklore y la músicacubana, y sobre los ñañigos. «Lettre des Antilles» es sumamente importantepara la comprensión de la obra de Carpentier, pues allí está el aspecto realdel universo maravilloso presentado en su primera novela Ecué-Yamba-0.Ya se formulaban las bases para una novelística y se presentaba todauna visión del mundo. Pero, en aquel m o m e n t o , la importancia era otra: sedaba a conocer la cultura antillana en Francia; se estrechaban lazos conlos que se alejaban de Bretón; se vivía, en fin, lo estipulado en el articulosobre Villa-Lobos.A s í pues Bifur afianzó la amistad entre Carpentier, D e s n o s y RibemontD e s s a i g n e s . L o s tres participaron en una entrevista e s t e n o g r a f i a d a .«Mécanisation de la musique», que se publicaría en el número de abril delaño siguiente. En torno del tema de la música contemporánea, de su relacióncon el presente, y con otros medios de expresión, se agruparon, además delos tres amigos, Vicente Huidobro, Ungaretti, Arthur Lourié y Edgar Várese.Várese s e e n c o n t r a b a e n t o n c e s en p l e n a e u f o r i a creadora. H a b í ac o m e n z a d o la adaptación musical, para soprano y orquesta, de un p o e m ade Carpentier, « C a n c i ó n de la niña enferma de fiebres». A d e m á s , leinteresaba un gran proyecto, una ópera, que debía llamarse The one allalone. Para esta primera experiencia de una obra escénica, contaba nosolamente con la colaboración de Carpentier, sino también con la de D e s n o s ,y de R i b e m o n t - D e s s a i g n e s . La orquesta se c o m p o n d r í a de a l g u n o sinstrumentos tradicionales, pero, sobre todo, de los no tradicionales: debatería para j a z z , de instrumentos afro-antillanos corno el güiro y lasmaracas, de instrumentos electrónicos c o m o las ondas Martenot. Para estamúsica tan innovadora, los escritores concibieron un texto singular, escritoa manera de partitura, texto del cual s o l o se conservan algunos versos:Y las ciudades se interrogan¡Nunca se ha llorado tanto!¡Nunca se ha reído tanto!Las bestias salvajesemigran en la noche.En la selva, los augurescreen leer en el vuelo de las aves.[.]Y siete montañas de fuegoarderán en el horizonte de las ciudades.Y caballos surgidos del marESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

relincharán sobre vuestros cadáveres[.]Compañeros, no se inquietenpase lo que pase,trabajen hasta reventar.Velaremos por la Paz.por la Igualdad, por la Fraternidad,por la Justicia, por la Religión.Todo demostraba que Carpentier, con el apoyo de D e s n o s y de RibemontD e s s a i g n e s , lograría imponer en París algunas expresiones de la culturacubana, la música en particular. En octubre de 1929 ya los sones se tocabanen diferentes lugares de la ciudad, c o m o en el Palermo de la calle Fontaineo en el Bateau ivre del barrio Latino; ya las c o l e c c i o n e s de discos delpintor Derain y de Tristan Tzara, además de la de D e s n o s , eran famosas. Yno o l v i d e m o s que el día 12 de e s e m e s , en la primera plana del prestigiosoperiódico Comoedia aparecía un artículo corto, extracto de «Lettre desAntilles«, ya publicada en la revista Bifur: «Chez les sorciers de Cuba»'.Finalmente, la revista Documents publicó en su sexto número, fechadoen el m e s de noviembre otro artículo de Carpentier: «La musique cubaine».Este último artículo es de por sí, y por haberse publicado en Documents,muy significativo, quizás por la importancia que el grupo de GeorgesBataille y de Michel Leiris le daba a la etnología, quizás por demostrar elextenso conocimiento de Carpentier en la materia, quizás por el carácterpersonal y amistoso que el prólogo quiso darle.En e f e c t o , D e s n o s , quien presentó Carpentier a Bataille y a Leiris,antiguos compañeros de ruta, y quien usualmente corregía los textos apublicarse en francés del amigo cubano, escribió una breve evocación deaquella memorable estadía en La Habana:No olvidaré nunca aquella humilde aldea cerca de La Habana.Allí me condujo, noche misma de mi llegada, Alejo Carpentier a quienveía por primera vez. No olvidaré nunca aquellos músicos negros. Noolvidaré nunca las bellas negras, ni el precioso cielo, ni el olor a las tinieblas.Y aún menos olvidaré el quejido fraternal de aquellos cantos nuevos,con acentos nuevos que, por ser más humanos, hablaban un idioma queme era familiar. Tan familiar que, habiéndolos oído hace ya varios meses,sigo obsesionado y conmovido con ellos. Y, por tan bello regalo y acogidafastuosa, sienta yo siempre el más profundo agradecimiento a AlejoCarpentier .4Carpentier por su parte sí deseaba algo: dar a conocer una música que élconsideraba de las más bellas del mundo». Y n o era para m e n o s , ya que eltema se acoplaba a los criterios de Bataille y de Leiris. Este último, deh e c h o , publicaba en el m i s m o número de Documents y con ilustraciones,la reseña de un libro que habría de dejar sus huellas en todo el grupo deescritores. S e trataba de La isla mágica, de William Seabrook.ESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

Las ediciones Firmin-Didot acababan d e publicar el libro de este j o v e nautor norteamericano sobre Haití y el vudú. La traducción era de Gabrielde Hons; el prólogo, de Paul Morand. Leiris, etnólogo al fin, se habíaentusiasmado con las páginas fascinantes de Seabrook y no solamente habíareseñado el libro sino que también había presentado el autor a los amigosde la revista. Carpentier, c o n o c e d o r d e la cultura afro-antillana, habíareaccionado de manera igualmente entusiasta. Y D e s n o s también.U n día, todos los amigos y ciertos miembros de la firma cinematográficaGaumont se reunieron para ver algunos d e l o s miles de metros filmadospor Seabrook durante su estadía en Haití. Al fin, la Gaumont decidió hacerel montaje d e parte d e ellos y convertirlos e n una película sobre el vudú.C o m o ya el cine era sonoro, le encargaron a Carpentier la musicalizaciónde la película la cual, cuando salió, tuvo un gran éxito. Trabajando con eluniverso filmado, por Seabrook, Carpentier percibió el mundo maravillosoque e n América representaba Haití, algo que comprobó personalmentedurante su visita a e s e país muchos años después y c u y o testimonio nos hadejado en la novela El reino de este mundo.El 15 de diciembre de 1929, André Bretón publicaba en La révolutionsurréaliste su « S e g u n d o manifiesto del surrealismo» La ruptura del grupose esperaba desde hacia tiempo: e n febrero, D e s n o s , Leiris, Limbour,Bataille, Prévert, habían recibido la carta amenazante de Bretón; en marzotuvo lugar la reunión organizada por Aragón en el bar du Cháteau. Peroahora con el «Segundo manifiesto del surrealismo», la ruptura era un hechoineludible, y l o s expulsados la vieron c o m o una magnífica ocasión pararesponder a las numerosas y antiguas acusaciones.A s í , el año 1930 s e inició con la publicación del f a m o s o documento Uncadáver. L o s t e x t o s firmados d e l d o c u m e n t o pertenecían a G e o r g e sR i b e m o n t - D e s s a i g n e s , Jacques Prévert, R a y m o n d Queneau, Roger VitracMichel Leiris, G e o r g e s Limbour. J. A . Boiffard, Robert D e s n o s , M a xMorise, Georges Bataille, Jacques Barón y Alejo Carpentier. El texto deeste mismo fue el siguiente:TestimonioEl valor subersivo de la obra de ÉluardAndré BretónHe visto una sola vez a André Bretón (durante el mes de julio de 1928.Le dije que en América Latina el surrealismo se conocía principalmentea través de los poemas de Paul Éluard.Me respondió que si las cosas eran así el surrealismo estaba «perdido»(repitió la palabra varias veces).Me declaró que además, según él, los poemas de Éluard eran ««loopuesto de la poesía» y que no los entendía en absoluto.A la presentación de Un cadáver asistió también, aunque solamente c o m oa m i g o , el poeta m e x i c a n o Jorge Cuesta. Carpentier l o había c o n o c i d oESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

durante su viaje de 1926. Cuando Cuesta llegó a París, por una temporadade varios m e s e s , se c o n e c t ó con su a m i g o , cubano quien, par su Parte, lopresentó a D e s n o s y a los otros disidentes surrealistas.A decir verdad, el ambiente en que se desenvolvían Carpentier y susamigos dejaba m u c h o que desear. D e s n o s se sentía desmoralizado con losataques de Bretón a los cuales respondería violentamente con su «Tercermanifiesto del surrealismo», que hizo publicar el 1 de marzo en Le courrierlittéraire. Carpentier, por su parte, mostraba cada v e z más su solidaridadcon D e s n o s y con sus otros amigos del grupo. Su reacción ante el escándalodel café Maldoror, del cual poseía, c o m o los otros once firmantes de Uncadáver la «carta de vampiro permanente», fue a la v e z pintoresca ysignificativa, según lo prueba la crónica que al respecto escribió y e n v i ó ala revistaCarteles.Al año siguiente, el 5 de enero de 1 9 3 1 , pudo escucharse a las 19:30horas una difusión de la compañía francesa de radiofonía (Radio-France)dedicada enteramente a la música cubana. C o m o en o c a s i o n e s anterioresse escucharon los discos que habían viajado a Europa en el vapor Espagne.Eran D e s n o s y Carpentier quienes la habían realizado. Con ella comenzabauna experiencia radiofónica importante para ambos en los años venideros.Fue en esa m i s m a época que llegó a París una j o v e n mujer, Elvira deAlvear, miembro de la gran burguesía argentina y escritora que gozaba yade una cierta reputación en el ambiente, lograda tras la publicación de unlargo p o e m a en prosa titulado Pampa. Elvira de Alvear, en contacto con lacomunidad literaria hispanoamericana, quiso fundar una revista. Ésta seríaenteramente en español. En términos generales seguiría a Sur, la queVictoria O c a m p o dirigía en B u e n o s Aires. Su financiamiento se garantizabacon la renta que regularmente percibía desde la Argentina.Para lograr su propósito, Elvira de Alvear se rodeó de un grupo de jóvenesescritores entre e l l o s , Carpentier, Asturias, Arturo Uslar Pietri, los cubanosCarlos Enríquez y Félix Pita Rodríguez, el español Manuel Altolaguirre.El primero se convirtió en el secretario de redacción. L o s otros, además decolaborar en ella, harían las v e c e s de traductores. C o m o padrino actuaríaLéon-Paul Fargue.A s í nació Imán de corta duración. En el primer texto, que serviría deeditorial, la directora afirmaba: «Imán descubrirá la causa de nuestrasinquietudes y aspiraciones. Será una revista que guardará la documentaciónde su época. Hablará de poesía, psicología, crónicas de viaje, etcétera, yde la influencia considerable que va ganando la ciencia sobre la literaturay de la necesidad, aún entre los hombres, de creación artística».Y el número de Imán fue fiel reflejo de su editorial. Allí se publicarontextos de Fargue, Jean G i o n o , Vicente Huidobro, Henri Michaux, Eugeniod'Ors, D e s n o s , Kafka, Asturias, Hans Arp, Uslar Pietri, John D o s P a s s o s ,y del propio Carpentier. Y, era evidente, la revista adoptaba una visión delmundo emparentada con la de Bifur y Documents. Baste mencionar c o m oESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

ejemplo el artículo de D e s n o s , «Lautréamont», tan estrechamente ligado ala ruptura del grupo surrealista.La revista publicó además los textos sobre una encuesta formulada porla directora y el jefe de redacción a unos diez escritores. Esta encuesta sellamaría «Conocimiento de América». A las preguntas: ¿ c ó m o imaginanustedes a América Latina?, ¿cuál habrá de ser su posición ante Europa?,¿cuáles son, a su j u i c i o , sus problemas fundamentales?, respondieron variosde los firmantes de Un cadáver: R i b e m o n t - D e s s a i g n e s , D e s n o s , GeorgesBataille, Michel Leiris, Roger Vitrac. Philippe Soupault, quien había rotocon Bretón ya en 1926, e n v i ó su propia respuesta.El éxito de la revista Imán fue certero. A m i g o s y colaboradores se reuníancon motivo de su publicación, sobre todo, en casa de Elvira de Alvear.Acudían también otros, que aún no habían colaborado, recién llegados aParís, c o m o Rafael Alberti y el folklorista Tata N a c h o . Ya se programabael segundo número. Este incluiría, además de largos fragmentos del libroque sobre André Gide escribía Léon Pierre-Quint, Residencia en la tierradel j o v e n y aún d e s c o n o c i d o c h i l e n o Pablo Neruda. Pero ya la crisise c o n ó m i c a se hacia sentir en ambos lados del Atlántico. Un día, Elvira deAlvear recibió la noticia: la Argentina acababa de dictar una ley contra laexportación de capital. Sin otra alternativa, tuvo que regresar a B u e n o sA i r e s , y así, s u s p e n d e r la p u b l i c a c i ó n de la revista q u e tanto habíaesperanzado a los j ó v e n e s escritores de esa generación.C o m o resultado del trabajo en Imán, Carpentier estrechó la amistad conFargue, otros escritores hasta la fecha n o c o n o c i d o s por él personalmente.F r e c u e n t a b a i g u a l m e n t e el m e d i o m u s i c a l , en particular, el de suscompatriotas - A m a d e o Roldan, M o i s é s S i m o n s , Elíseo Grenet- cuya famaya era indudable en París. Por otra parte, fue invitado a pronunciar en laSorbona una conferencia sobre la música cubana y viajó a Bruselas conS i m o n s , con motivo de la presentación de algunas c o m p o s i c i o n e s de ésteen la capital belga.A finales de e s e año 1 9 3 1 , en Le cahier, revista donde Carpentier yahabía escrito sobre Várese y sobre D i e g o Rivera, apareció un artículo cortosobre el gran pintor m e x i c a n o , y otro titulado «Les points cardinaux duromán en Amérique latine». Este último artículo es de interés no s ó l o porel m o m e n t o en que publicó sino porque presenta ya desde entonces ciertasbases de la novelística de Carpentier.Durante la primera mitad de la década del treinta hubo en París un interésdefinitivo por la literatura de A m é r i c a Latina. Varios Libros fuerontraducidos al Francés, c o m o Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes,en 1 9 3 2 ; Leyendasde Guatemala,de Asturias, en 1 9 3 2 ; Laslanzascoloradas,de Uslar Pietri, en 1933. El Águila y la serpiente, de MartinLuis G u z m á n , en 1933; La vorágine, de José Eustasio Rivera, en 1934. En1 9 3 0 , M a x Daireaux publicaba Panoramade la littératurehispanoaméricaine:e n 1 9 3 3 , G e o r g e s P i l l e m e n t , Les conteurshispanoaméricains. El é x i t o de é s t o s fue realmente a s o m b r o s o . E s , p u e s ,5ESCRITORES DE AMÉRICA LATINA EN PARÍS. Carmen VÁSQUEZ. Alejo Carpentier en París

importante situar el artículo d e Carpentier dentro de e s e marco, pues sóloasí puede evaluarse el sentido real d e sus palabras.En « L e s points cardinaux du román en Amérique latine», Carpentier n oenumera sino que analiza las obras más importantes de la época. Y lassitúa dentro de un contexto preciso. D e s d e el c o m i e n z o afirma: «La novelas u d a m e r i c a n a e s el r e s u l t a d o d e u n a s e r i e d e e n s a y o s , d e l u c h a s ,intensamente orientadas hacia la búsqueda de una sensibilidad continental.»Ese a l g o , que clasifica en francés de étatd'esprit, es la consecuencia lógicade la historia de la región, sometida a un gobierno primeramente colonialal cual sucedieron otros, tiránicos, de dictadores iletrados, donde la prisión,el exilio y la tortura eran pan de cada día. Para é l , la novela, «trabajo quee x i g e un esfuerzo constante y la tradición de métier», únicamente puedelograrse e n el continente si enfoca al hombre, a sus sentimientos, a supsicología, y si l o sitúa frente a la naturaleza, a e s a naturaleza que puededevorarlo, pero c u y o s inalcanzables misterios tienen necesariamente queinteresarle. L o s ejemplos que cita -Don Segundo Sombra, La vorágine,Las lanzas coloradas, Doña Bárbara - anuncian ya Los pasos perdidos,c o m o la mención anterior de los dictadores anuncia El recurso del método.En fin, nunca se había visto c o n tanta evidencia la intención del autor dedar a conocer en Francia la literatura de su continente.Pero Carpentier n o solamente quiso hablar de literatura. Quiso hablarde cultura e n general y de lo que consideraba c o m o el ejemplo perfecto:M é x i c o . Fue así c o m o en febrero de 1932 la revista Le cahier publicó otroartículo s u y o , el último redactado para ella: «La révolution mexicaine».Encabezado por una cita de La Serpiente emplumada de D . H. Lawrence,Carpentier trató la historia, la literatura, la pintura, el folklore de e s e paísque tanto le interesara desde su viaje d e 1926. Por algo había e s c o g i d oilustrarlo con reproducciones tomadas del Código matritense de Sahagún,aquella edición en facsímil que D i e g o Rivera y otros a m i g o s le ofrecieranantes d e regresar a La Habana y d e la que nunca se había separado.Pero para l o s espíritus inconformes c o m o el d e Carpentier, el de D e s n o sy el de otros miembros d e e s a m i s m a generación, algo terrible s e veíallegar. D e s d e octubre de 1929, fecha del crack d e la bo

Alejo Carpentier en París (1928-1939) Carmen VÁSQUEZ (Universidad de Picardie Jules Verne/CEHA) Rien n 'est beau qui n 'est merveilleux, decia André Breton en el trascendental Manifiesto del surrealismo. Pero pocas cosas [son] tan bellas como alcanzar lo maravilloso con factores muy humanos. A. C. (1928) Viernes 16 de marzo de 1928.