Deja Que Ocurra 2 - PlanetadeLibros

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Han pasado tres años desde laúltima vez que se vieron.Alice Kellen nació en Valencia en 1989.Es una joven promesa de las letras españolasy de la novela romántica, que acostumbraa vivir entre los personajes, las escenas y lasemociones que plasma en el papel. Tambiénes autora de las novelas Sigue lloviendo,El día que dejó de nevar en Alaska y El chicoque dibujaba constelaciones, que fuerontodo un éxito de críticas.Es una enamorada de los gatos. Y adictaal chocolate y a las visitas interminablesa len@AliceKellenAhora, Leah está a punto decumplir su sueño de exponer enuna galería.Y, pese al pasado, Axel necesitaformar parte de un momentocomo ese.Cuando sus caminos vuelvena cruzarse, Leah tiene quetomar decisiones que puedencambiarlo todo, porque, a pesarde lo que ocurrió, los recuerdosde toda su vida siguen ahí:intactos, bonitos, únicos.Colándose en cada grieta queaún no ha cerrado.Deja queocurra2«Me asustaba que la línea queseparaba el odio del amor fuesetan fina y estrecha, hasta el puntode poder ir de un extremo al otrode un solo salto. Yo lo quería ,lo quería con la tripa, con lamirada, con el corazón; todo micuerpo reaccionaba cuando élestaba cerca. Pero otra parte de mítambién lo odiaba. Lo odiaba conlos recuerdos, con las palabrasnunca dichas, con el rencor, conese perdón que era incapaz deofrecerle con las manos abiertaspor mucho que desease hacerlo.Al mirarlo, veía el negro, el rojo,un púrpura latente; las emocionesdesbordándose. Y sentir algotan caótico por él me hacía daño,porque Axel era una parte de mí.Siempre iba a serlo. Pese a todo.»Porque él sigue siendo el chicoque aún no ha olvidado.www.pinterest.es/alicekellen/Porque es el mar, nochesestrelladas y vinilos delos Beatles.Bilogía Deja que ocurraPorque a veces basta un «dejaque ocurra» para tenerlo todo.PVP 16,90 Vol. 1Vol. 29SELLOCOLECCIÓNxxxxFORMATOxx X xxxxSERVICIOxxPRUEBA DIGITALVALIDA COMO PRUEBA DE COLOREXCEPTO TINTAS DIRECTAS, STAMPINGS, ETC.DISEÑO19/3 VEXXSTAMPINGXXFORRO TAPAXXGUARDASXX10234551Diseño de la cubierta: Lookatcia.comFotografía de la autora: Juan Tormo788408 20538821 mmINSTRUCCIONES ESPECIALESXX

Alice KellenTodo lo que somos juntosBilogía Deja que ocurra 2pT Todoloquesomosjuntos.indd 521/3/19 9:28

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporacióna un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquiermedio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otrosmétodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de losderechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedadintelectual (art. 270 y siguientes del Código Penal)Diríjase a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesitafotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactarcon Cedro a través de la web www.conlicencia.com o por teléfono en el91 702 19 70 / 93 272 04 47 Alice Kellen, 2019Autora representada por Editabundo Agencia Literaria, S. L. Editorial Planeta, S. A., 2019Av. Diagonal, 662-664, 08034 os.comPrimera edición: mayo de 2019Depósito legal: B. 9.028-2019ISBN: 978-84-08-20538-8Preimpresión: J. A. Diseño Editorial, S. L.Impresión: UnigrafPrinted in Spain - Impreso en EspañaEl papel utilizado para la impresión de este libro es cien por cien libre de cloroy está calificado como papel ecológicoT Todoloquesomosjuntos.indd 621/3/19 9:28

1LEAHAún tenía los ojos cerrados cuando sentí sus labios deslizándosepor la curva de mi hombro, antes de bajar un poco más y dejar unreguero de besos al lado del ombligo; besos dulces y delicados, deesos que te hacen estremecerte. Sonreí. Y luego la sonrisa desapareció cuando noté su aliento cálido cerca de las costillas. Cerca deél. De las palabras que un día Axel trazó con sus dedos en mi piel,ese «Let it be» que llevaba tatuado.Me removí inquieta antes de abrir los ojos. Apoyé una manoen su mejilla y tiré de él hasta que su boca encajó con la mía y unasensación de calma me inundó. Nos quitamos la ropa en el silenciode aquella mañana tranquila y soleada de un sábado cualquiera.Lo abracé cuando se deslizó dentro de mí. Lento. Profundo. Fácil.Arqueé la espalda cuando necesité más, ese empuje final duro eintenso. No lo encontré. Colé una mano entre nosotros y me acaricié con los dedos. Nos corrimos a la vez. Yo respirando agitada.Él gimiendo mi nombre.Se apartó a un lado y me quedé mirando el techo blanco y lisode la habitación. No pasó mucho tiempo antes de que me incorporase en la cama y él me sujetase de la muñeca.—¿Ya te marchas? —Tenía la voz suave.—Sí, tengo muchas cosas que hacer.Me levanté y fui descalza hasta la silla en la que había dejadotirada mi ropa la noche anterior. Mientras me vestía, Landon memiraba, aún tumbado entre las sábanas, con las manos tras la nuca.Me ajusté el cinturón fino de la falda antes de ponerme la camisetade tirantes por la cabeza. Me colgué del hombro el maletín que mihermano me había regalado por Navidad y terminé haciéndomeuna coleta de camino a la puerta.17T Todoloquesomosjuntos.indd 1721/3/19 9:28

—Eh, espera. Un beso antes de irte, ¿no?Me acerqué a la cama sonriendo y me incliné para besarlo. Meacarició la mejilla con ternura antes de suspirar satisfecho.—¿Nos vemos esta noche? —preguntó.—No puedo, estaré en el estudio hasta tarde.—Pero es sábado —insistió—. Vamos, Leah.—Lo siento. ¿Cenamos mañana?—De acuerdo.—Yo te llamo.Bajé por las escaleras del edificio. La luz del día me recibiótemplada bajo el cielo grisáceo. Saqué los auriculares del maletín mientras caminaba, cogí una piruleta y me la llevé a la boca.Crucé corriendo por un paso de peatones justo cuando el semáforo estaba a punto de cambiar a rojo y atravesé un parque salpicado de flores que me servía de atajo hasta mi estudio.En realidad, no era mío, no completamente.Pero había trabajado duro durante aquellos años de universidad para conseguir una beca que me permitía disponer de unpequeño espacio para mí.Cuando llegué, el olor a pintura lo envolvía todo. Dejé mistrastos encima de una butaca redonda y cogí la bata que estabacolgada tras la puerta. Mientras me la anudaba, fui acercándomeal cuadro que presidía la vieja buhardilla.Me estremecí al contemplar los trazos delicados de la curvatura de las olas, las salpicaduras de espuma y la luz iridiscente delsol que parecía resbalar por la tela. Cogí la paleta de madera ymezclé algunos colores mientras seguía mirando de reojo aquellienzo que parecía desafiarme de algún modo retorcido. Alcé elpincel y noté que me temblaba la mano cuando los recuerdos sedesbordaron. Se me encogió el estómago al rememorar la nocheque tuve que ir corriendo allí porque de repente necesité pintaraquel tramo de playa que conocía tan bien, a pesar de que hacíaya tres años que no lo pisaba Tres años sin ese trozo de mar, diferente de los demás.Tres años en los que yo había cambiado mucho.Tres años sin verlo. Tres años sin Axel.18T Todoloquesomosjuntos.indd 1821/3/19 9:28

2AXELMe deslicé por la pared de la ola bajo el sol tenue del amanecerantes de caer al agua. Cerré los ojos mientras me hundía y los sonidos del mundo exterior se volvieron lejanos. Me impulsé haciaarriba cuando noté que me ahogaba. Con esfuerzo, pude sujetarme a la tabla de surf. Inspiré hondo. Una y otra vez. Pero ninguna de esas bocanadas de aire me llenó por dentro. Me quedéallí, flotando en la soledad de mi mar, contemplando el rastro deespuma y la luz moteada que brillaba entre las olas mientras mepreguntaba cuándo volvería a respirar.19T Todoloquesomosjuntos.indd 1921/3/19 9:28

3LEAHLlevaba toda la semana trabajando sin descanso. A veces me asustaba al pensar que ni siquiera era eso, trabajo, sino más bien necesidad, o una mezcla de ambas cosas. La pintura era el motor demi vida, la razón por la que me había mantenido en pie, fuerte,llena de cosas que plasmar y volcar. Recuerdo el día que Axelme preguntó cómo conseguía hacerlo y yo le respondí que no losabía, que simplemente lo hacía. Si me hubiese hecho esa pregunta tiempo después , no le habría contestado lo mismo. Lehabría confesado que era mi válvula de escape. Que lo que nosabía expresar con palabras lo transmitía con colores y formas ytexturas. Que era más mío y solo mío que ninguna otra cosa enel mundo.Si no hubiese sido mi cumpleaños, aquella noche me habríaquedado pintando en mi pequeña buhardilla hasta las tantas dela madrugada, como hacía a menudo los fines de semana, peromis amigos de la universidad se habían empeñado en prepararmeuna fiesta y yo no podía negarme a ir. Me vestí mientras recordabala llamada de Blair unas horas atrás para felicitarme y, de paso,darme la noticia de que el bebé que esperaba con Kevin iba a serun niño. Era el mejor regalo que iba a recibir ese día, sin duda.Me acerqué al espejo para hacerme una trenza. Llevaba el pelotan largo que ya casi nunca me lo dejaba suelto; había pensado encortármelo varias veces, pero la melena me recordaba a esos díasen los que caminaba descalza y vivía en una casa alejada del restodel mundo, días en los que no me preocupaba demasiado la ideade peinarme o no. Hasta en eso había cambiado. La forma de vestir, más cuidada. Intentaba controlarme cuando sentía algún tipode impulso tirando de mí, porque había aprendido que los estí20T Todoloquesomosjuntos.indd 2021/3/19 9:28

mulos no siempre conducen por los caminos adecuados. Me esforzaba por ser más sosegada, pensaba las cosas antes de lanzarme alvacío y me molestaba en sopesar las consecuencias.El teléfono sonó otra vez. Como siempre, mi corazón pareciósaltarse un latido al ver ese apellido en la pantalla: Georgia Nguyen. Cogí aire antes de descolgar.—¡Feliz cumpleaños, cielo! —exclamó ella—. Veintitrés añosya. No me puedo creer lo rápido que pasa el tiempo, si parece quefue ayer cuando te cogía en brazos y te paseaba por el jardín paraque dejases de llorar.Me senté en el borde de la cama y sonreí.—Gracias por llamar. ¿Cómo estáis vosotros?—A punto de coger un avión, en la zona de embarque. —Seechó a reír como una cría porque, al parecer, su marido estabaintentando hacerle cosquillas para quitarle el teléfono—. ¡No seaspesado, Daniël, ahora te la paso! Lo que te decía, cielo, que estamos en el aeropuerto de San Francisco y en una hora sale nuestrovuelo a Punta Cana.—Menuda ruta estáis haciendo. Y qué envidia.—Te llamo en unos días para hablar con más calma y sin interrupciones.—No te preocupes, deja que se ponga Daniël.—¡Feliz cumpleaños, Leah! —exclamó él de inmediato—.¿Vas a celebrarlo con tus colegas? Pásatelo bien. Disfruta.—Gracias, Daniël. Intentaré hacerlo.Colgué y me quedé unos segundos mirando la pantalla delteléfono con nostalgia, pensando en todas las felicitaciones quehabía recibido aquel día , y también en las que no.Era una tontería. Una de esas que de vez en cuando me azotaban porque, al final, el recuerdo de las personas permanece endetalles que parecen poca cosa, pero que terminan siendo los quede verdad importan. Axel siempre había sido una presencia importante en todos mis cumpleaños; la única persona que yo deseabaver cuando llegaba el día de celebrarlo, el que me hacía los regalosque más me gustaban y el que formaba parte de mis deseos cuandosoplaba las velas siendo apenas una niña.Sentía que hacía una eternidad de aquello Volví a mirar el móvil. No sé qué esperaba, pero no sonó.21T Todoloquesomosjuntos.indd 2121/3/19 9:28

Suspiré hondo y me levanté para acercarme al espejo alargadoque seguía apoyado en la pared, exactamente en el mismo lugaren el que Oliver lo colocó casi tres años atrás, cuando lo comprépor un impulso en una tienda cerca de mi residencia.Me toqueteé distraída el extremo de la trenza, sin dejar demirar mi reflejo. «Vas a estar bien —me repetí más por rutina quepor otra cosa—; vas a estarlo.»Ya había anochecido cuando salí a la calle para ir caminandoal restaurante en el que habíamos quedado. Apenas había dadoun par de pasos cuando él apareció.—¿Qué haces aquí? —me reí.—Quería acompañarte. —Landon me tendió la rosa que llevaba en la mano antes de darme un beso lento.Miré la flor cuando se apartó y acaricié los pétalos, de un rojoescarlata. Me la llevé a la nariz para olerla mientras retomábamosel paso en silencio.—Cuéntame qué has hecho hoy, ¿te ha cundido el día?—Sí, estoy a punto de terminar un cuadro —Tragué al recordar aquel trozo de mar tan mío, tan nuestro, y sacudí la cabeza—.No quiero aburrirte con eso. Háblame de ti.Landon me detalló cómo le había ido la semana, lo mucho quehabía trabajado en el proyecto que estaba desarrollando para terminar su carrera empresarial, las ganas que había tenido de vermedurante los últimos tres días en los que no habíamos encontradoun hueco libre, lo guapa que iba esa noche Caminamos más despacio cuando divisamos el restaurante.—Espero que te guste tu fiesta sin sorpresa —bromeó, y luegose puso serio—. Ha venido todo el mundo. A veces, cuando teencierras tanto en ti misma y en esa buhardilla, me preocupo porti, Leah. Quiero que disfrutes de esta noche.Me enternecí ante sus palabras y lo abracé con fuerza.Le prometí que lo haría.Una sonrisa me cruzó la cara al traspasar el umbral del restaurante y ver a nuestros amigos levantándose de la mesa del fondo altiempo que cantaban Cumpleaños feliz. Recibí achuchones y besosantes de sentarme junto a ellos. Habían venido casi todas las personas que formaban parte de mi vida en Brisbane: algunos compañeros de clase y Morgan y Lucy, las chicas a las que conocí el22T Todoloquesomosjuntos.indd 2221/3/19 9:28

primer mes en la residencia y de las que no me había separadodesde entonces. Ellas fueron las primeras en tenderme su regalo.Lo desenvolví con cuidado, nada que ver con la impacienciaque antaño me dominaba; quité el celo con la uña y doblé el papelantes de dar las gracias al encontrar material de dibujo, utensiliosque sabían que necesitaba.—Sois increíbles y no tendríais que haber hecho —¡No vale llorar! —gritó Morgan de inmediato.—Pero si yo no iba a —Te conocemos —me cortó Lucy.Me eché a reír al ver su expresión.—Está bien, ¡nada de lágrimas, solo diversión! —Dirigí lamirada hacia Landon, que sonreía satisfecho y me guiñó un ojodesde el otro lado de la mesa.Cuando la fiesta terminó, eran las tantas de la madrugada y yohabía bebido más de lo aconsejable teniendo en cuenta que mihermano Oliver iba a venir a verme al día siguiente. Pero no meimportó. Porque bajo las luces de aquel local en el que acabamospidiendo algunas copas, me sentí bien, feliz, arropada entre los brazos de Landon y las risas de mis amigas. Dejé de pensar en losque ya no estaban, en la voz ronca de Axel felicitándome y enlo que me habría regalado aquel año en una realidad paralela enla que nosotros siguiésemos siendo las mismas personas que creyeron que jamás se alejarían.Había tardado un tiempo en entenderlo, pero la vida seguía.Axel no había sido el destino, tan solo el inicio de un tramo decamino que recorrimos juntos y de la mano antes de que él decidiese tomar un desvío.Me tumbé en la cama borracha y la habitación parecía darvueltas a mi alrededor. Abracé la almohada. Había épocas enlas que apenas pensaba en Axel, ocupada entre las clases, las horasque pasaba en la buhardilla y las que estaba con Landon o las chicas, pero siempre regresaba. Él. Esa sensación de seguir llevándolobajo la piel que cada vez me molestaba más. Los recuerdos desper23T Todoloquesomosjuntos.indd 2321/3/19 9:28

taban en el momento menos esperado: al ver a un desconocidosujetando un cigarro entre el índice y el pulgar, por el olor del té,por una canción, un gesto tonto , por cualquier detalle.Recordé lo que guardaba en el primer cajón de mi mesilla,pero aguanté las ganas de abrirlo y coger ese objeto que habíacomprado en un mercadillo poco después de llegar a Brisbane.Cerré los ojos con fuerza. Todo seguía dando vueltas.Me pregunté qué estaría haciendo él en ese instante 24T Todoloquesomosjuntos.indd 2421/3/19 9:28

me preguntó cómo conseguía hacerlo y yo le respondí que no lo sabía, que simplemente lo hacía. Si me hubiese hecho esa pre-gunta tiempo después , no le habría contestado lo mismo. Le habría confesado que era mi válvula de escape. Que lo que no sabía expresar con palabras lo transmitía con colores y formas y texturas. Que era más .